jueves, 18 de marzo de 2010

La naturaleza tiene ciclos, en ese sentido la tipa es bien inteligente. Los ciclos de la naturaleza suelen ser mesurables: tanto se tarda hasta que cambia la luna, tanto hasta que florecen los girasoles, tanto hasta que las gatas entran en celo y tanta hasta que la Tierra da la vuelta al sol.

Nuestros tiempos no son para nada mesurables. A una le encantaría poder predecir cuánto se tarda en que se vaya un mal recuerdo, cuánto falta hasta que recibimos un llamado esperado, cuánto dura la sensación de felicidad de una mañana, cuánto va a tardar la comida del delivery. Esos tiempos no se pueden predecir...tal vez sí estimar, pero solemos pifiarles.

Que la naturaleza tenga un orden nos tranquiliza. Sabemos que ahora llega el otoño y después el invierno. Planificamos ver la nieve.

Que uno no pueda saber los tiempos que le encantaría poder mesurar nos acerca al abismo. Nunca sabemos cuánto es exactamente cuánto. Y desfilando en ese abismo nos sorprendemos.

Sabemos que hay cosas que pueden "acelerar" los tiempos, trabajar para que la estimación sea más exacta, poner energías en eso. Pero también nos encontramos con que hay cierto orden que se nos vive escapando de las manos.

¿Es casualidad que nos encontremos a alguien en un colectivo? ¿Es coincidencia que el chico del delivery se confunda el pedido y tarde una hora más? ¿Es mero azar que justo recibamos un anuncio en el momento en el que menos lo esperábamos?

Tal vez haya un orden, un orden caótico e inexplicable, un orden que nos devuelva en la cara un cachetazo de realismo, que nos haga el puntito que somos en el universo gigante.

Yo hoy pienso en quiénes me acompañan, con quiénes decido compartir la espera de los tiempos, con quiénes trabajo en cada instante para que los presentes sean más presentes.

Después de todos somos un instante en cada momento, una coyuntura. Futuro y pasado viven en el imaginario. Lo paradójico es que también somos, sin lugar a duda, quienes construimos y recreamos ese imaginario.

1 comentario:

Ivan Lukman dijo...

en la vida no hay nada que se casualidad, sino que es accion y reaccion y si nuestro presente lo vamos armando en el mismo momento, algun lo van haciendo pensando cada paso a dar, otros como yo preferimos llevarnos por lo impulsos.

Nos leemos

Desde una habitacion en la joven Buenos Aires te dejo un calido beso