miércoles, 21 de octubre de 2009

A ver si nos entendemos

Siempre admiré a la gente que sabe hacer buenos avioncitos de papel. Mi segundo novio primario, muy habilidoso a sus ocho años, me conquistó con un avioncito. En acto tierno y cruel, considerando el pinchazo, me mandó un corazón rojo. Yo lo conquisté en un acto revolucionario por el que casi me expulsan en el momento en el que abrí todos los frascos que la maestra nos había obligado a cerrar, con bichos adentro, para comprobar, de forma burda, que los bichos sin oxígeno se mueren. Fue en la hora de almuerzo. Todo terminó con decenas de cucarachas, polillas y bichos bolita caminando por el aula, una cita a mis padres -que me apoyaron, desde ya-, y un avión en la cabeza.
Así, nuestro amor.
Pasó el tiempo y me había olvidado por completo de la anécdota hasta que hace tres días me encontré caminando un avión de papel. Una auténtica maravilla de la aerodinamia, blanco y radiante.
Adentro, como buen emisario de alumnos indiciplinados, había un mensaje, para nada trascendental, algo sobre una prueba de matemáticas, tal vez un machete, quién sabe...
Antes, pienso, y ahora, en medio de este desconcierto generacional, de tanto medio ridículo, canales sin receptores, emisores y ruidos por demases, las cosas podrían ser más simples.
Cuando terminé tercer grado y decidí cambiar de colegio, un poco por el episodio bichos y otro por la distancia de mi hogar, tuve una charla con el señor en cuestión, mi pequeño amigo de los aviones. Hablamos dos palabras muy simples. Yo me iba a San Clemente y él a vaya saber uno dónde e íbamos a ser novios a distancia sin compromisos...unos adelantados a nuestra época...
Pasó el tiempo y no nos vimos más...hasta que en quinto año del secundario la vida nos cruzó en una visita a La Rural...
Yo no lo reconocí, por supuesto, él supuso que sí por mi color de pelo. Lo confirmamos con nuestros apellidos y nombres. En el medio, mis compañeros de quinto, el profesor de geografía y la troupe de su parte...
Un gusto verte, cómo andás y qué gracioso verte, estás igualita y toda esa pavada. Nadie hizo mención a los episodios pasados...
Y así deberían ser ciertas cosas, más cuando es preferirlas no embarrarlas de ciertos presentes. No tiene ningún sentido pensar que tiene que vivir en los años un avioncito de papel.
Mejor dejar que vuelen, aterricen donde se les canta y no andar haciendo políticas de resistencia de la memoria emotiva cuando es mejor que todo empiece y termine cuando el vuelo del avión lo decida...
Porque el aire sólo es recuerdo en el pasado y en el presente los bichos respiran y los aviones vuelan sin necesidad de que se suspendan por los siglos de los siglos en un viento de ayer.

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