miércoles, 4 de marzo de 2009

Limones

El cariño en verano pegotea.

Subiste a un limonero
y me lanzabas
sus frutos deslumbrantes

yo los ponía
en mi remera doblada

dejaba la panza al aire
las cicatrices expuestas
acunaba al bebé de docenas amarillas.

Me gritabas desde los cielos
que era preciosa
y me llenabas el vientre de esferas.

Con algunas hacías malabares
desde las ramas más altas
antes de que cayeran.

Era una lástima no vivir como en las películas,
vendiendo limonada a imposibles transeúntes.

No podía decir pero tenía pánico.

Les hubiera destrozado los vidrios
a los autos que pasaban.
Odiaba esa tranquilidad
con la que volvían a lo de siempre.

Dejé que rodara por el pasto
despojado de mis brazos
mi hijo de limones.

No podía respirar.

En la ciudad no hay destinos.

Te desesperaste.

Queríamos quedarnos para siempre
pero subimos al auto de urgencia.


Manejabas, yo sin aire.

En el hospital culparon al clima,
a la altura.

Dormimos y olías a limón.

Igual tuve pesadillas.

Al día siguiente, las rutas estaban cortadas
por las inundaciones.




Jimena Repetto

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jimena: me encantan tus palabras y lo que forman esas uniones! se hace tan real un hijo de limones. Beso!

Belén dijo...

jime: tus poemas son muy bellos. son fotos de palabras. ahora quiero tomar una limonada.

Unknown dijo...

las naranjas son madres de los limones??

Ji. dijo...

Gracias chicas!!!!! Me pone muy contenta que les haya gustado!


Besotísimos!

pd: sí a veces las naranjas tienen hijos amarillos...y otras color miel!