sábado, 14 de febrero de 2009

PÁNICO

Pánico a filmar. A que me salga todo mal. A no poder decir lo que tengo que decir sin que suene demasiado bajo, alto, susurrado, aspirado. Pánico a que se me rompa un zapato y tengamos que hacer todo de nuevo, a ponerme triste. Pánico, pánico. Fobia a la gente. Ganas de quedarme en casa, siempre en casa. Ganas de salir. Imposibilidad absiluta de dormir. El texto, la estación, las escenas. ¿Y si no era lo que esperaban? ¿Y si no era lo que yo esperaba? ¿Y si me miro grande y tengo miedo, ganas de salir corriendo, terror?


Cosas que no tengo que olvidarme:

La cámara

Los zapatos

El maquillaje con acabado en polvo

El cepillo

El rímmel

Una colita de pelo

El saquito rojo de invierno con capuchita,


No tengo que olvidarme de nada. Levantarme a las ocho, bañarme, salir. Llegar a horario, antes de horario, esperara en un bar, a la vuelta, dando vueltas.

Necesidad absoluta de que lleguen todos. Todos mis amigos que me quieren y creen. ¿Y si se me ven las ojeras porque no puedo dormir nada? ¿Y si las ojeras azules son más azules que las pecas marrones o el pelo rojo y son de pronto una gran ojera que se quiere ir a su casa?

En positivo. Imaginar la fuga, la profundidad de campo, ese infinito que se abre hacia adelante, ese infinito que se abre hacia atrás. Una línea imaginaria que cruza un horizonte entre el lente y la mirada, la mirada de quien filma, la mirada que se aleja.

Histeria. Frente a las cámaras es cuestión de pura histeria. Hacer como que no están ahí, pero hacer todo sabiendo que están presentes. Sacar mi costado más histérico y despeinado. Mi costado de domingo. Mi costado que a las siete no sabe, no sé, no sé si quiero estar sola o acompañada, medialunas o galletitas, zapatos rojos o de charol.

Los domingos no sé.

No hay comentarios: