El cine en su capacidad más evasivodimertimental se inventó para los domingos. No hay otro día con esa capacidad de volver cualquier puliculucha mala, con pésimo argumento, saltos de eje y actores de quinta en una obra maestra que apunta directo al ocrazón.
Lo que me encanta de estas películas es como soy yo cuando las miro: me pongo mi piyama, como rockles eligiendo los colores, uso mis medias de mariposas y no le pido nada de nada a la película, sólo que me entretenga. ¿Está mal eso? ¿Debería sentirme menos sapiente/solemne, debería no empañar mis anteojos de marco rojo con lagrimitas sentimentalosas? No. Porque sin gente que paga su entrada para ver en el cine las películas que yo miro -I confess- pirateadas, tampoco se podrían financiar ciertas películas en cámara lisérgicolenta que hacen que una entienda a las monjas de clausura cuando se siente como un domingo y una quiere algo que la distienda.
Mañana es lunes y yo vuelvo a mi formato academia. Así que hoy tomo mi último vaso de Coca Light -perfecta para comer con Rocklets- y brindo con la pantalla por las comedias y los melodramones.
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1 comentario:
go girrrrl
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