martes, 8 de abril de 2008

La poesía y la música se fusionan en la noche porteña

Los ciclos que combinan música y poesía proliferan en todos los rincones de Buenos Aires. Lejos de catalogarlo como un fenómeno vale la pena adentrarse en uno de ellos para ver cómo piensan algunos de los factótums de una nueva variante en la agenda nocturna de la ciudad.

Por: Guido Carelli Lynch


LUCAS BALDUCCI, autor del poemario Familia e integrante de 7 Grados explica cómo y por qué nació esta propuesta.
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JORGE HUARTE. Uno de los miembros de 7 Grados lee uno de sus poemas, en un intervalo de la banda Trebián y con técnicas de actuación. Ellos se preguntan por qué la poesía no tiene más eco entre incluso entre el público lector.
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CRISTANTE, discípulo de R. Edwards, recita el último viernes en Libario.

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Tal vez Marcelo Pisarro tenga razón, quizás se trate de un capítulo inacabado de su pequeña Biblia del perfecto moderno. Es imposible abstraerse, olvidar u omitir eternamente el barniz palermitano. Imposible afirmar con seguridad también qué apéndice de Palermo caminamos. (Si es Hollywood, Soho, Queen, Viejo, Nuevo o Chico: Palermo a secas, más bien). Pero igualmente innegable es que lejos de las frases de tanto en tanto trilladas de este grupo de poetas -porque esa categoría les cabe a quienes se animan a los versos- se vislumbran conceptos lúcidos que dejan entrever cómo piensan, cómo sienten y adónde apuntan los integrantes de este grupo heterogéneo de menores de 30, que nada tiene que ver con la autoproclamada nueva narrativa argentina.

En este caso son Lucas Balducci y Gerardo Cristante, mentores del colectivo poético 7 Grados, los que explican su propósito y con qué expectativas generaron el ciclo "Ah Um!...Dijo un sapito" que pretenden reunir música y poesía en el mismo escenario, en el multiespacio artístico Libario, en Julián Alvárez 1315.

"La idea es que no sea algo solemne, que se pueda ir mixturando la música con la poesía. Y si bien tenemos un cronograma armado vamos a ir analizando cuál es la respuesta de los espectadores y trabajando con un margen de improvisación", explica Cristante, quien además de novel poeta y experimentado autor y director de teatro es uno de los dueños del espacio, uno de los más concurridos entre los habitúes del jazz porteño.

"La solemnidad de la que hablamos tiene que ver más con la actitud. Esto se puede emparentar más con una fecha de rock, en cuanto a la organización. Nosotros hacemos fechas poéticas y las comunicamos con flyers y blogs", explica Balducci con una seguridad que minutos después no pudo repetir para contener los nervios, inhalar y recitar sin trastabillar, a la hora de abrir el ciclo que inauguraron junto a la banda Trebian.

Sylvia Plath, Federico García Lorca, Fernando Pessoa, Charles Bukowsky y el resto de la generación beat son algunas de las influencias variadas de 7 Grados. La mayoría de los miembros son discípulos de Rodolfo Edwards, ausente por viaje en la apertura, pero omnipresente en cada argumentación de Cristante y Balducci. De hecho, la mayoría del grupo se conoció durante una clínica de poesía que dictó Edwards, cuyo último libro publicó Eloísa Cartonera, la iniciativa de Washington Cucurto, Javier Barilaro y Fernando Laguna.

Para 7 grados, una expresión optimista y superadora de la teoría física de los 6 grados de separación, lo lúdico prima sobre lo dramático, lo teatral, sobre lo literario.

"Nuestra propuesta tiene estrategias de teatralidad, que trascienden lo exclusivamente poético. Ante todo es un encuentro y una manera de vincularse con el otro. Algunos leerán otros recitarán, con el tiempo algunos terminarán haciendo performances", avisa Cristante. Minutos después ahí estará, Jorge Huarte, cineasta, baterista punk, también poeta, recitando y haciendo reír al público a la vez que, con la facilidad y el histrionismo de un ventrílocuo filtraba quejas y reclamos inexistentes de la ausencia presente.

Entre los versos y la música amable del trío Trebián, lejos de la seguridad de Balducci, la actitud rockera y el whisky de Cristante, se filtraron sin pretensiones los versos simples, inocentes de Jimena Repetto y su "Hamaca naranja":

"Ayer me di cuenta
mientras el sol se agitaba
entre las sombras
que estoy grande
en mi hamaca naranja
me siento y me da miedo
que se desplome
ir al suelo
de golpe y porrazo
que no soporte un balanceo
ni de acá para allá
y lo peor es que ya sabía
de memoria el caminito
arriba adelante abajo arriba atrás
abajo
y vuelta a empezar...

Y entonces pareció que el público amigo y también desconocido que llenó el espacio aplaudía con más justicia.

Lo más interesante, también lo describió el alma inquieta de Cristante que ya invita a una puesta de teatro independiente para quince personas, porque más no entran al fondo y arriba de Libario. "Lo más interesante del grupo es que todos provenimos de palos diferentes. Yo vengo del teatro, Huarte del cine, Diego Suárez de la narrativa, Jimena tenía una revista de cine y literatura. Después empieza una jam session y te podés quedar hasta las 4 de la mañana escuchando jazz. Buenos Aires tiene una impronta musical fantástica y queremos reflejarla", insiste.

Y tiene razón, y citan a otro colectivo poético musical como Jardín de cactus, y un compañero de redacción sugiere "Los mudos" y el ciclo de Letras y música del Rojas y no es tendencia, pero tampoco coincidencia. Entonces, tampoco estaría mal, que aunque fuera en Palermo, o durante un tiempo la poesía, por ahí la moderna, se pusiera un poco de moda, ¿o sí?

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