Domingo

Estoy resfriada.

Como estoy resfriada y me tengo que curar me quedo en casa. Pero preferiría no hacerlo.

En casa guardo libros en cajas para la mudanza. Muchos libros. Muchas cajas. Me aburro. Escribo. Llamo a C, llamo a M, llamo a V, llamo a D. Tengo gripe y me pongo insoportable como nunca.

Mientras guardo los libros asocio lecturas a momentos. Inevitable. Libros de facultad, libros de playa, libros de ruta, libros de siestas, libros de alguien que no soy yo...o de otro alguien...libros que me faltan, libros que me regalaron, libros que tienen frases escritas, cartas guardadas, flores, origamis, y más libros.


Cambio el canal. Prendo el equipo de música. Lo apago. Sigo escribiendo.


Pienso que hay dos clases de personas, las que generan inspiración y las que crean a partir de lo que otros nos inspiraron. Yo le dedico textos a extraños perfectos que jamás se imaginarían que entraron en cierta forma a mi universo. Continúo historias que no empezaron, retomo las que terminaron, corto y pego y edito, juntos piernas de tal con frases de cual con peinados de más allá.
Un señora del mercado, un taxista, un amor imposible, uno posible y descartado, una amiga de la secundaria.

A veces me pregunto si yo alguna vez entré de esta manera. Me encantaría enterarme. Lo único que puedo jurar es que aparezco mencionada en un poema que alguien jamás va a publicar sólo para no nombrarme. Y es un poema hermoso y una lástima que se pierda. Tal vez algún día aparezca con otro nombre como Jazmín y en vez de pelirroja sea rubia o morocha, lo que sea.


Ayer soñé con una persona no veo hace tiempo. Pensé que me había olvidado para siempre cada facción y en el sueño volvían nítidas.

¿Será la enfermedad o el remedio?

Vuelvo a las cajas. Encuentro un libro perdido. Lo recupero. ¿Lo devuelvo?

Vuelvo al texto: Jazmín al chico de los tres átomos tatuados:

Hoy soy Jazmín y soy el chico de los tres átomos tatuados.

Y ninguno de ellos, por suerte, tiene tos.