miércoles, 19 de noviembre de 2008

Los patos

Los patos, contra la física,
levantan las alas y vuelan
les es tan simple, se van.

De lejos, son sombras
negras
que podrían cubrir un palacio
o trazar rutas invisibles
por las que ningún ser jamás transite.

Después aterrizan en una laguna
supongo
a remojar sus plumas verdes o azules
brillantes

me contabas.

Yo te creía
que ellos podían cruzar una montaña o los continentes
como águilas golondrinas

creía en eso con la fe y la certeza
con la que veía a la tierra humedecerse
bajo la lluvia
y mojaba mis pies en los charcos de julio.

Íbamos por la ruta
y un pájaro se estrelló contra el vidrio
un pájaro cualquiera, sin nombre.

Su ala desarmada
inmóvil
frente a mis ojos.

Giramos en vano.

Los patos esquivan el sol
son inmortales
entendí en la ruta
mientras esperábamos
que vinieran a auxiliarnos.

Cayó en pleno vuelo
así haya estado entre las nubes más blancas
sin saber que no habría otro
cielo celeste para cruzar.

Cuando llegó el remolque
con tres hombres y cadenas
nos llevaron al pueblo más cercano
y me contaste sobre los patos
que nadaban tan cerca
no te atrevías a tocarlos y yo
les acercaba comida a sus picos naranjas.

El pájaro quedó en la ruta
cambiaron el vidrio en menos de dos horas.

Los patos viven para siempre
contra la física
en los días de sol.

Un pájaro cualquiera
perece en un giro
impredecible
del auto que lo lleva por delante
con dos personas que son una
antes de alejarse
indiferentes
como si nunca nada hubiera sido.



Jimena Repetto