jueves, 20 de noviembre de 2008

Guachi Guau! para ESTO NO ES UNA REVISTA LITERARIA N2

Por Jimena Repetto

All you need is love.

Aunque suene a slogan de tarjeta de crédito, a la hora de elegir un perro parecería que no cualquiera da lo mismo. Para comprobarlo, basta con recorrer los principales parques y plazas donde los perros vagabundos se conforman con techos fríos y un ejército de pulgas -haciéndose cargo de una auténtica vida de perros-, mientras la pequeña mascotería porteña se pasea con sus cortes de pelo y modelitos a la moda. Una se pregunta cómo será un día en la vida de tan encumbrados canes en los que no se escatima en caprichos, no tanto al gusto de la mascota, como al de sus dueños.

-Yo me acababa de divorciar, estaba en plena crisis depresiva y un paciente me regaló a Quique. Me cambió la vida. Es un sol, como mucho te ladra, pero nunca te va a pedir que le cocines o que le planches una camisa nueva -comenta Estela, autodeclarada madre de un schnauzer mini que camina por la plaza Vicente López.

Estela roza los cincuenta años, es dentista aunque no ejerce, le gusta la vida al aire libre, los restaurantes con velitas y usa tanta bijouterie étnica que podría postularse a portada del Nacional Geographic. Y sí, Estela era una de esas señoras con la cabeza llena de impostergables preocupaciones como las cirugías estéticas y la decoración de interiores, hasta que un día Quique llegó para enseñarle que hay todo un universo canino en el que depositar su afecto…y su dinero. Pero Estela no es la única. El maravilloso encuentro del dueño con la mascota, no predice la catástrofe psíquica que puede desencadenar tamaña conjunción en los tiempos postmodernos. Será que hoy por hoy, en la era de las conexiones virtuales, más de uno agradece los ladridos de su perro y proyecta en él a los amigos/hijos/nietos que faltan en sus vidas. O será que simplemente, como bien dice el refrán, el perro sea efectivamente el mejor amigo del hombre, aunque el hombre, no necesariamente, sea el mejor amigo del perro.

Delfina y Estela se conocieron paseando por la plaza. Hace unos meses Quique fue invitado a la fiesta de cumpleaños de la perra de Delfina, Gala, una caniche toy tan blanca que pasaría la prueba de la blancura de cualquier jabón en polvo. ¿Nos sorprende que se le festeje un cumpleaños a un perro? Puede que ya no, que sea lo más normal que el cuadrúpedo homenajeado, como cualquier hijo del vecino, reciba como regalito una jugosa porción de lomo o una pelota nueva en su día. Pero hay mucho más detrás de estos festejos cuando de un perro snob se trata. Gala tuvo su fiesta en el country como Dios manda, con un canil lleno de pelotas para que los invitados se entretengan, una torta de pollo con velitas, regalos de todo tipo y muchas golosinas con forma de huesito, esas que hacen que los perros arrebaten los mostradores de las veterinarias. La tarjetita del cumple -igualita, igualita a la de las fiestas infantiles- aclaraba que los perros debían ir vestidos para la ocasión...y así fueron. En esta clase de eventos, explica Estela, las reglas de etiqueta de los perros son las mismas que las de los seres humanos, lo que no es un problema porque la indumentaria canina ofrece desde camisetas de fútbol hasta sombreritos. Para comprobarlo, me invita a una tarde de shopping con Quique para renovar su vestuario.

Cuando el perro se viste de seda…

En pleno Caballito, nos encontramos con la Elsa Serrano de los mini canes porteños. Cristina es la dueña de Pilchiperros, el local de mejores y más variados diseños para los perros de hoy, con más de diez líneas entre las cuales están la línea Burbujas con simpáticas salidas de baño, la línea Pampa que ofrece bombachas de gaucho y vestiditos de paisana, y la línea Lluvia con pilotines de todos los colores con forros combinados. Los modelos están pensados según las necesidades de los usuarios: las telas se expanden y se utilizan botones en vez de abrojos -para no tirar ningún pelo-. Cristina confecciona todos los diseños y cuida hasta el último detalle. Usa los mismos colores que tiñen las vidrieras de la ciudad cada temporada, botones al tono con formas de corazón, estrella o patito, tules en las polleras y diseños bordados en los bolsillos, para que las prendas no tengan nada que envidiarle a los guardarropas de los dueños.
Mientras Estela da vueltas buscando un modelo para Quique, Cristina comenta que más de una señora con todas las letras le ha llevado un corte de la tela de su vestido para que le haga uno a su perrita haciendo juego, e incluso le han pedido que diseñe capas de cuero vacuno y hasta un traje de karateka. Una prenda exclusiva, entre las 300 que ofrece, puede costar entre 50 y 70 pesos. “Lo que prima es el buen gusto y lo que la gente busca es que los perritos sean más adorables”, comenta. Los clientes de Pilchiperros suelen hacerse vestidos para Navidad, aniversarios y ocasiones especiales, y han llegado a entregar los anillos en algún casamiento -sentados sobre almohadones de raso-. ¿Por qué no un Pilchiperros en el corazón de Caballito si ya Ralph Lauren y Gucci han incursionado con éxito en el diseño perruno? ¡Y ni hablar de los collares de cristal de Swarovski que lucen las mascotas de las estrellas de Hollywood!
Estela le prueba a Quique un simpático equipo de marinero, un enterito de jean y uno de los modelos de la línea Pampa, pero finalmente decide llevarle un equipo de pantalón azul y pechera a rayas. Quique da un par de vueltas por el showroom cual modelo por pasarela, todo un pequeño metrosexual de cuatro patas.


Cual más cual menos, toda la lana es pelos.

Pero no hemos terminado aquí, ningún fashion emergency canino puede obviar el clásico paso por la peluquería, en este caso en pleno Palermo Hollywood. El peluquero de perros, mejor conocido como dog groomer, observa al can de arriba abajo, arquea la ceja con autoridad estética y sugiere un par de cortes a la moda para que el cliente luzca por la vereda. Quique se presta tranquilo al corte, lavado y posterior peinado. Es importante que el peluquero tenga práctica y paciencia, si no el perro puede terminar quemado por un secador de pelo o con una oreja más corta que la otra, aclara Estela y tarjetea contenta los casi 100 pesos que cuesta tener un perro de pelo sano y brillante. Mientras esperamos que el corte termine, curioseo los últimos cachivaches que podríamos regalarle a un perro snob para, supongamos, su cumpleaños. Una buena y modernísima opción es un perfume en aroma a Lavanda, Apple, Uva o Mix Frutal. El precio de las fragancias locales, aunque parezca excesivo, no se compara con los 25 dólares que cuesta el internacional Oh my dog!, la última tendencia en aromas perrunos con sus ingredientes de naranjo, menta, fresia, iris, vainilla o sándalo. ¿Quiénes tuvieron la redituable idea de aromatizar a los perros? Nada más ni nada menos que Laurent Jugeau y Etienne de Swardt, antiguos ejecutivos de Givenchy y Olivier Echaudemaison, creativo de Guerlain junto con el perfumista Bernard Ellena, autor de fragancias como Versace White Jeans o Colors de Benetton. Pero si lo del perfume no nos cierra, hay masajeadores grandes y pequeños; mordillos con formas de hamburguesa, estrella y avión; collares de charol con vitrofusión, tachas de cuero o florcitas sintéticas (dependiendo del estilo del perro, por supuesto); correas con estampados escoceses, con corazones, huesitos, pintitas o teñidas al batik y almohadones bordados con lentejuelas. Cuando la oferta local no nos convence, podemos ir más lejos y, si planificamos viajar al extranjero, ¿qué mejor regalo que los dos cds de DogGone Songs, música especialmente compuesta para la mascota? Es una lástima que todavía no se consiga en Argentina con lo maravilloso que dicen que suena. Ya sabe, nada de esos burdos huesos de plástico, para el perro fashion de hoy lleve un juego de hebillas, un abejorro de goma con chifle o un collar con estrellas.


Para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.

Ahora que ya observamos a los perros de Barrio Norte, fuimos de shopping a Caballito y nos cortamos el pelo en Palermo, podemos afirmar que a la hora de elegir un perro para llevar a la peluquería, un perro digno del country, un perro que se pueda llevar con honra a tomar un café bajo una sombrilla en Avenida Libertador, el tamaño importa y mucho. Haciendo una analogía botánica, hoy se usan los perros bonsái, a la escasa altura que dictan las tendencias. Además, los perros de moda, tienen semblanzas con los celulares y los Tamagochis: los últimos modelos cambian cada dos años, entran en las carteras, se los llena de chirimbolos y cumplen el rol de hacer que sus dueños se sientan necesitados, con el aditivo extra de poder combinar su atuendo -el de los perros- con un par de zapatos. Entre los mini perros más preciados están el fox terrier toy, el caniche toy, el bichón frisé, el schnauzer mini, el maltés, el westie, el shih tsu y, quien viene encabezando la lista, el bienamado chihuahua. Puede que su particular “belleza” y pequeño porte -gracias a su peso promedio de 1,5 y 3 kilos-, lo convierta a ojos de muchos en el más deseable, transportable, bañable, vestible, etc. Dicen los que saben que estos perros tienen cierto carácter peculiar de nacimiento: son caprichosos y frágiles, cual hijos bobos del abuso de la genética. Sin embargo, a la hora de regodearse en el placer de sentirse dueño de tan minúscula mascota, la lista es amplia e incluye a Paris Hilton, Hilary Duff, Paulina Rubio y hasta nuestra compatriota, Nicole Neumann.
Hablando de chihuahuas, en la plaza conocemos a Máxima quien nos mira al pasar con sus ojos saltones y esa expresión de melancolía natal que tienen estos perros tamaño laucha. Sí, la respuesta es obvia, se llama así en honor a la princesa. Es que “a esta plaza vienen sólo perros oligarcas”, aclara su dueño y se retira con su Máxima bajo el brazo. Ahora claro que un perro tan monono cuesta lo suficiente como para que no cualquiera se dé el gusto de tener uno en regla con papeles y todo. Según los criaderos locales, un chihuahua promedio cuesta 600 dólares; un westie, 800; un bichón frisé, 500 y un schnauzer mini, como Quique, ya más económico, se adquiere por módicos 400.

Hablando se entiende la gente.

Volver a la plaza un par de veces, hace que cautive nuestra atención el singular uso del lenguaje al que se ven sometidos los perros. Que los dueños se proclamen padres de sus mascotas vaya y pase, pero no deja de sorprender que entre ellos cubran el amplio espectro de roles familiares. “Vení Quiquito con la tía”, grita Delfina como si estuviera llamando a un sobrino indómito que se hace el desentendido y sale corriendo. La identificación de los perros pequeños con los niños puede llegar a puntos insospechados. Así como a los nenes se les suele hablar en diminutivo, suponiendo en forma errónea la cercanía entre el mundo de la infancia con el de la tontería, los perros pequeños son los interlocutores del mismo uso acotado del lenguaje. Los “perritos” usan “zapatitos”, “camperitas”, “collarcitos” y pasean en “bolsitos” al tono. Por otra parte, perros y niños son objeto de retos y órdenes constantes, y no siempre coherentes. Por ejemplo, el portal www.micaniche.com.ar da interesantes consejos a los animales, entre los puede leerse: “No morderé crayones o lápices, especialmente los rojos o mi gente pensará que tengo hemorragia” y “No comeré la comida para gatos antes o después de que ellos la coman”. Ante este panorama, es de agradecer que los perros no tengan cachetes, lo que les ahorra una tortura irrefrenable.
Y si hablando se entiende la gente, ¿por qué no los canes? Cuando su “puppy” no se comporta como es debido en la ciudad meca del psicoanálisis, no hay como llamar a un psicólogo para perros, que a ciencia cierta se llama etólogo (o sea, un veterinario especializado en comportamiento animal). Los síntomas ante los cuales parar la oreja pueden ser tan diversos como que el perro no deje de ladrar cada vez que tocan el timbre, o que esté deprimido en un rincón sin ganas de jugar. En tales casos, el etólogo puede reunirse con el paciente y su grupo familiar para tratar de encontrar una solución en conjunto, se explica Delfina con esa autoridad de quien ya lo ha probado todo y siente que los precios pagados le han augurado con creces sabias experiencias y buenos resultados. Gala sufría de ansiedad por separación, cada vez que se quedaba sola, empezaba a aullar, hacía pis por toda la casa y arañaba la puerta. Para curar el trastorno, relata Delfina, “le empecé a hablar, a explicarle que me iba a trabajar, que enseguida volvía, y a programar salidas breves para que se fuera acostumbrando. Para ayudarla también le dimos unas gotitas de flores de Bach”. Gala, vale aclarar, además de haber consultado a un homeópata, ha ido a sesiones de Reiki y, créase o no, hoy puede convivir con la soledad sin hacerse mayores problemas.

Nací para ti.

Pero, ¿cuál es la diferencia crucial entre el vagabundo y la dama, entre un perro cualunque y un perro de endeveras? La respuesta es simple: sólo una lady con patas, puede contar con las mismas prestaciones y servicios que su dueño, sin importar cuáles sean éstas, si un cementerio cuyo mantenimiento cuente lo mismo que un departamento de un ambiente o un spa con masajes incluidos. Y como dueños hay de todo tipo, las excentricidades perrunas se multiplican, bien lo sabe Marina León que pasó de ser una de esas astrólogas que responden sobre salud, dinero y amor para dedicarse a la astromascotería full time.
A la hora de elegir un perro, y cuando ya se leyeron todos los manuales sobre las diferencias entre las razas, sólo falta consultar con una astróloga canina que confirme si su futuro can va a estar a la altura de sus expectativas. Claro, porque no es lo mismo un caniche libra que un leo, y mucho menos que un capricornio ascendente en sagitario.

-La carta natal de un perro se usa para ver si el perro en cuestión puede ser guardián, si va a llevarse bien con los chicos, si va a ser cariñoso. Se considera para cuestiones médicas, si va a ser fértil, si va a tener problemas en los huesos, etc. Además se puede hacer una sinastría, que es una técnica para comparar dos cartas, y, en el caso de las mascotas, se usa para ver en qué aspectos congeniarán más dueño y perro, y en cuáles hay que cuidarse.
-¿Se puede leer el futuro de un perro?
-Sí, sirve para predecir enfermedades, embarazos inesperados y accidentes.

Esto puede venir muy bien a la hora de planificar el paseo de la semana, prever si al perro se le va a cruzar un gato negro o si algún portero desgraciado le va a dar algún escobazo si hace pichín frente a un edificio. La carta astral de una mascota cuesta cerca de 150 pesos, pero eso sí, es algo que le dura para toda la vida.

Como parecería que el mercado todo lo puede, para el mundo de las mascotas se han imaginado -y creado- las necesidades más insólitas. Y, como de clientes se trata, más de uno no se ha resistido a una chuchería perruna a cambio de un toque de Visa, Diners o Mastercard. Esta moda genera tantos fanáticos como detractores, profesionales “al servicio de”, chantas de toda calaña, opinólogos serios y no tanto. Sin embargo, mal o bien entendido, darle el gusto a los perros para sus dueños es un acto de amor, aunque a veces vaya por carriles un poco estrafalarios. Pero ¿quién podría ponerse a juzgar si Quiquito no sale pasear sin sus cuatro botitas coloradas o si Gala tiene derecho o no a tener su cuarto propio decorado…?

Antes de despedirme de los perros de la plaza, le pregunto a Estela cuánto gasta mensualmente en su perro. Me responde que unos 300 pesos que incluyen paseador por la mañana, estética y seguro médico. Le pregunto si no es un poco mucho y ella se ríe. Delfina me responde para salir del paso.

-Es como un hijo. Cuando va al acto de la escuela, vos sabés que canta mal y que te dibuja mamarrachos, pero igual le colgás el cuadrito en la pared y lo filmás y le sacás fotos. Es lo mismo y lo cuidás igual, con la diferencia de que es un perro, pero a la hora de darle lo que necesita no te vas a poner a pensar.

1 comentario:

el baterista que escribe dijo...

JI !
que bueno que te gusto!! :)


y claro que lo cedo para la Siamesa. claro que si !

(despues me tenes que contar bien lo de las croniquitas que quiero colaborar)



besoteee