miércoles, 9 de julio de 2008

Odette

Debo admitir que en cuestiones afectivas me llevo todos los premios a la exageración. Sí, lo admito, soy fanática de todas esas efusivas demostraciones de cariño sacadas de películas malas de guionistas malos con escasa imaginación. Y además soy barroca, así que nada de conformarme con una notita, yo escribo una carta de treinta páginas, nada de un te quiero, yo prometo amor para todas mis futuras rencarnaciones, nada de un poemita, no, nada de eso, yo te dedico poemarios con más entradas que la guía de páginas amarillas...y así también soy ante el desamor...lo cual no me vuelve una mina copada, sino una típica insoportable. En la lista de mis pros y contras sentimentales -aceptados a is 27 años-, si la ansiedad está en el primer puesto, la exageración en el segundo. Lo peor es que cuando era chica yo tenía prohibido ver novelas y descubrí a Andrea del Boca cuando ya estaba dedicada a los fracasos televisivos y tenía el rojo. Hoy, gracias a uno de mis raptos de exageración terminé el día mirando una película que me hizo llorar abrazada a mi perra que no entendía nada y me mordía la nariz para ver si despertaba de mi colapso emotivo por culpa de una protagonista estúpida que había logrado que su enamorado, un escritor tan estúpido como ella dejara a su esposa -una arpía-. Analizando la distribución de roles de la peli y mi identificación con la más boba y enamoradiza, deduje que no es que la película haya sido verosímil, sino que mi manera de reaccionar escapa a todo verismo sentimental. Por otra parte, me consolé mientras sacaba a La Garbo de paseo, si una fuera apasionadamente previsible, el amor más que una praxis deslumbrante sería aburrido como rutina de gimnasio.
Y si hay algo a lo que los sentimientos le escapan, es a la rutina.

3 comentarios:

toto scurraby dijo...

cuando se hacen rutina fueron

Vivian dijo...

somos así!!!

qué mal

Natalia Molina dijo...

Ufffffffffff por qué cuernos somos así?
Me sentí totalmente identificada con tu texto, Jime.
Un abrazo cuasi de pésame, y un fragmento de un poema de Ankudovich:

"Bienaventurados los que soportan el peso de la pasión
su llaga definitiva
su costado sorpresivo"

un abrazo