miércoles, 26 de marzo de 2008

Los retazos



Adiviná lo que le dijo una mano a la otra

arriesgaste

para romper el témpano que dividía

un café y la mesa en julio

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y yo no respondí y me quedé mirando

cómo subía y bajaba y subía

un maní en el vaso

amarillo.


Después me animé

y quise silenciar a la mano muda

que no había dicho nada

con palabras

y acerqué un labio

como quien acerca un beso

y lo dejé en el cuenco, la rajadura, el valle

entre el índice y pulgar.


Afuera pasaban los colectivos

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y yo me hacía la disimulada

sabía perfectamente

que quien besa la mano

que acaricia las rodillas, la piel, los retazos

por debajo de la mesa

ya sabe todo

lo que ha de besar.





1 comentario:

Maria Turner dijo...

muy bueno. este lo tenes que leer en publico cuando leas!!!!